Nau Mai Haere Mai Ki Kaikoura Bienvenido a Kaikoura. Guardo unos recuerdos imborrables de este pedacito de Nueva Zelanda. Para mí, un auténtico paraíso. Pocos lugares en el mundo ofrecen tantas maravillas naturales como Kaikoura, tanto en la tierra como en el mar. La costa neozelandesa es toda ella una joya, al igual que las pequeñas islas del Pacífico, como la isla Chatham, con sus lagos Huro, Te Whanga y Rangitai. No he conocido otro país en el mundo con una belleza tan exagerada como Nueva Zelanda. Había pospuesto mi viaje a las antípodas por lo largo de los vuelos, pero merece la pena cada minuto que hay que pasar en el avión para disfrutar de este país. Una joya.
Situada en el norte de la isla sur de Nueva Zelanda, se encuentra a solamente 2 horas y media de la ciudad de Chistchurch por carretera, uno de los trayectos más hermosos para conducir que he visto en mi vida. Por 140 NZD se puede conseguir un billete de tren desde Christchurch (ida y vuelta) en la línea denominada Coastal Pacific, una línea que discurre paralela al océano. Sólo el trayecto merece la pena, ya que discurre entre el mar y las montañas.
Es imposible calcular cuánto se tarda conduciendo hasta Kaikoura porque los paisajes tan hermosos te obligan a parar cada pocos kilómetros.
La cascada Ohau cumplen la función de guardería para los cachorros de focas. Las madres, a primera hora acompañan a sus crías hasta la cascada, donde juegan y descansan con otras crías sin el peligro de los depredadores que se encuentran en mar abierto. Mientras, sus madres se alimentan en el océano para poder seguir alimentando y cuidando de la prole. Las crías pasarán aquí la mayor parte de su infancia, hasta que sean capaces de alimentarse por sí mismas en mar abierto. Algunas hembras suben a amamantar a sus crías cada poco tiempo, sobre todo a los recién nacidos. Es un espectáculo de la naturaleza impresionante.Se encuentra muy cerca de la autopista, a unos 10 minutos de la ciudad. Es un lugar mágico.
Fui bastante afortunada, porque la zona de la cascada estaba llena de crías de foca. Había más de 100 chapoteando en el agua y jugando.
Me comentaba un neozelandés que estaba allí con sus 2 hijas pequeñas que él había nacido en Kaikoura, y que le sorprendía que a los extranjeros nos llamara tanto la atención. Para él era normal de pequeño bajar a la playa y nadar entre delfines, ver focas en la playa y ballenas en el horizonte.
Paseo por la península Al sur de la ciudad se encuentra una de las muchas colonias de focas en Kaikoura. Se trata de hembras y machos adultos que deambulan por la playa. Sentarte a observar cómo nadan, cómo suben a las rocas a descansar o cómo interactúan entre ellas es un espectáculo maravilloso.
Hay que tener cuidado con los machos adultos. A pesar de tener apariencia amigable no les gusta que los humanos invadan su territorio, y pueden llegar a atacar a quien consideren que se encuentra dentro de sus dominios.
La zona es también un paraíso para los amantes de los pájaros. Conviven con las focas y se alimentan de los desechos de los peces que pescan éstas.
Si continuas el paseo, hay que ascender y seguir el camino para observar los acantilados de la costa y sus aguas azul turquesa.
Hay muchos bancos donde sentarse a descansar o tomar un picnic. Las vistas: impresionantes.
Si sigues ascendiendo, verás una graja a la derecha, donde pastan cientos y cientos de vacas con unas vistas que dudo mucho que sepan apreciar.
Y también tendrás unas vistas magníficas de la costa y la carretera.
El nombre de Kaikoura es el reflejo de la cultura maorí. Tama ki Te Rangi llegó a Kaikoura hace cientos de años cansado y hambriento. Encontró una gran cantidad de cangrejos, encendió un fuego y los cocinó para aplacar su hambriento estómago. La llamó «Te Ahi Kaikoura a Tama ki Te Rangi» (el fuego que cocinó la comida de Tama ki Te Rangi). Kai (comida) Koura (cangrejos).
La historia de los europeos en la zona no comienza hasta 1770, cuando el capitán Cook descubrió la península de Kaikoura. Los barcos balleneros frecuentaban la zona por la gran cantidad de ballenas que podían capturar, y las empresas tenían almacenes y oficinas en la ciudad. A mediados del siglo XX el gobierno neozelandés reguló y prohibió la captura de ballenas en sus aguas. Hoy en día es relativamente sencillo ver ballenas desde la costa o realizando una excursión en barco.
Pero paseando a lo largo de su costa verás paisajes espectaculares. Es una pena que el día que llevaba la cámara las nubes taparan las montañas que se encuentran justo detrás de la ciudad. El paisaje es tan hermoso que parece falso, un decorado: las montañas con sus cumbres nevadas a la izquierda, la larga playa con su carretera serpenteante, las focas en la orilla o dormitando sobre las rocas, y delfines y ballenas nadando en grupo en las aguas turquesas de Kaikoura.
La ciudad no tiene nada especial. Es una ciudad sencilla de gente sencilla con pequeños negocios, bares y restaurantes.
Hapuku Lodge Un hotel espectacular para alojarte. Desde sus casas en los árboles se disfruta de unas maravillosas vistas: las montañas desde un lado y el océano desde el otro, un olivar (aquí producen su propio aceite) y manadas de ciervos que deambulan por los alrededores del lodge. El personal muy amable: Chris, Fiona o Jeremy, y una comida y unos vinos deliciosos: ensaladas de espinacas crujientes, pasta preparada de diversas formas, postres caseros… Cuenta también con una biblioteca con un amplio surtido de DVDs y wifi gratuito.
Ninguna imagen podrá hacer jamás justicia a la belleza de Kaikoura, pero si no he logrado convencerte de que Kaikoura es uno de los sitios más bellos del planeta, puedes comprobarlo tú mismo viendo este vídeo, aunque lo mejor es que viajes a Nueva Zelanda para conocer este pequeño paraíso que se llama Kaikoura.
29 abril, 2017 en 13:34
hola, enhorabuena por el articulo, me podrías decir en qué mes fuiste? Por si influye en la época de crías de foca. Gracias
29 abril, 2017 en 14:30
Hola Sergio
Yo estuve en julio y agosto
Te va a encantar Kaikoura, un paraíso.
Un saludo